Siento que nos enfocamos mucho en la lactancia, la técnica, la prendida. Qué cunita es mejor y qué estimulación tengo que hacer a un bebé de 2 semanas. O cuántas horas debe dormir o cuántas veces tiene que hacer caca. 

Y de paso nos enfocamos en cómo bajar los kilos que subimos en el embarazo. 

Todo eso para no mirar para adentro. 

Bah, es al revés. Nos hacen creer que eso es lo importante para que no PODAMOS mirar para adentro. 

Pero poca gente (realmente muy poca) se ocupa y preocupa de qué nos pasa a las madres MIENTRAS todo eso sucede. Porque no. No somos las mismas antes y después de tener un hijx

No es ni el mismo cerebro, ni el  mismo sistema hormonal, ni la misma psiquis ni el mismo campo emocional. 

Nos hicieron creer desde el sistema tradicional de “salud” (muchas comillas) que el puerperio dura sólo 40 días. La famosa “cuarentena”. 

De hecho esto dice Wikipedia al respecto: 

En la fisiología humana, el puerperio o posparto​ es el período que inmediatamente sigue al parto y que se extiende el tiempo necesario (normalmente 6 a 8 semanas después del parto) para que el cuerpo materno —incluyendo las hormonas y el aparato reproductor femenino— vuelva a las condiciones pregestacionales, aminorando las características adquiridas durante el embarazo.”

Pero la realidad es que eso es sólo la parte física. Pero hete aquí que lxs humanxs tenemos además de un sistema reproductor una psiquis y un campo emocional. (Y yo agregaría un campo espiritual pero eso es mi creencia

La cuestión es que, teniendo en cuenta todo eso, el puerperio, el real, el que vivimos en serio, el que nos atraviesa al 100% de las mujeres, dura aproximadamente dos años. Si. DOS. 

Hoy se habla de hasta tres años. 

Porque ese puerperio es un período  caracterizado entre otras  cosas  por  la  llamada fusión emocional  entre mamá y bebé. Término que desarrolla Laura Gutman en sus libros.

Y más allá de que podamos estar o no de acuerdo con sus propuestas (las de Gutman, digo) la idea de que nuestro SER (completo)  tiene un largo proceso de re adaptación y re acomodamiento a la realidad mucho más largo que los 40 días de loquios basados solamente en el tamaño del útero me parece absolutamente  acertado. 

Porque lo que nos pasa mientras nuestro bebé va creciendo está   absolutamente relacionado (es parte de) con cómo vivenciamos la lactancia, el desarrollo, el llanto, el control de esfínteres, la alimentación complementaria y todos los hitos y procesos del desarrollo y crecimiento de nuestrx bebé. 

La cuestión es que, teniendo en cuenta todo eso, el puerperio, el real, el que vivimos en serio, el que nos atraviesa al 100% de las mujeres, dura aproximadamente dos años

Entonces, ¿qué es lo que nos pasa en el puerperio?

Básicamente, nuestro cuerpo se preparó durante el embarazo para lograr que esta cría humana sobreviva y entonces, una vez que nace, se desencadena una respuesta hormo-psico-emocional que hace que ya no existamos como antes, no respondamos como antes, no reaccionemos como antes. Todo nuestro ser está ahora enfocado a que nosotrxs dos, mamá y bebé podamos sobrevivir de este lado de la  piel. Porque si nosotras podemos “sentir” lo que le pasa a nuestro bebé tendremos una respuesta inmediata a su necesidad y por ende ayudarlo a sobrevivir. No solamente ante un peligro, simplemente el hecho de darnos cuenta, antes incluso de que lo pida, de que va a querer comer, es un indicio de eso. 

(a quién no se le han llenado las tetas de leche aún antes de que el bebé se despierte?) 

Dicho así parece abrumador, inmenso, inconmensurable. Insostenible casi. Bueno algo así se siente el puerperio quien lo haya pasado puede confirmarlo. 

Sentimos diferente, pensamos diferente, nos molestan cosas que antes no, deseamos cosas que antes no. Tenemos más claridad sobre algunas cosas y más confusión sobre otras. 

Igualito igualito que nuestros bebés. 

Porque lo que nos pasa, es que estamos en la llamada fusión emocional. 

Sentimos diferente, pensamos diferente, nos molestan cosas que antes no, deseamos cosas que antes no. Tenemos más claridad sobre algunas cosas y más confusión sobre otras. 

La fusión emocional entre la mamá y el bebé

Esta fusión  tiene mucho  que ver con lo que veníamos diciendo. Sentimos lo mismo.  No es que le “contagiamos” los nervios como decían  antes. Es simplemente que mamá y bebé sentimos lo mismo. El campo emocional de ambos es uno solo, está compartido. 

Vivenciamos como propias sensaciones que son del otrx

Hay mucha controversia (y detractores) de esta idea, en algún momento escribiré al respecto, pero lo que quiero decir en esta ocasión es que más allá de los límites y del marco que hay que darle a este concepto, el hecho de que emocionalmente mamá y bebé estén ligados explica muchas veces cómo una mamá “sabe” (aunque no pueda justificarlo racionalmente) cuándo a su bebé le pasa algo que los demás no ven. Incluso médicos. Cuántas madres han llegado a diagnósticos por seguir ese “sexto sentido” que les decía que sí, que había algo ahí que no estaba bien pese a que todos decían lo contrario. 

O esa certeza de saber qué necesita nuestro bebé cuando los demás tiran ideas al azar. 

El llamado instinto materno a mi entender es esto. 

Es esta fusión la que hace que sepamos sin saber. Respondamos instintivamente. Y también nos sintamos confusas, desbordadas, pérdidas a veces. 

El puerperio es también un  duelo

Cuando nace nuestrx hijx hay dos pasajes en el proceso Vida-Muerte-Vida. Por un lado el pasaje de nuestrx bebé: lo acompañamos a la Vida. Una Vida comienza su camino en este plano. 

Pero no deja de ser, aún para él o ella (de hecho para todxs nosotrxs cuando fuimos bebés) un duelo. Duelo por dejar el vientre. Duelo porque todo de este lado es distinto. Duelo porque este lado es más frío y menos contenedor. Duelo porque ahora tengo que valerme por mis propios medios, como respirar o regular mi propia temperatura.

Pero también es un duelo para nosotras, madres. Un doble duelo de hecho.  Ya que por un lado, al nacer nuestrx bebé aquella que fuimos hasta ese día ( y me atrevería decir aquella que éramos antes de quedar embarazadas) ya no existe ni volverá a existir. Nunca  jamás tendremos la vida que teníamos antes ni seremos las mismas. 

Podemos tener una vida mucho más rica, más interesante, pero jamás la misma. 

Y por otro lado, duelamos el  embarazo. Duelamos el idilio, la atención permanente, el cuidado de todxs, los regalos, los mimos, no hacer cola en el super y todo eso. 

Cuando nace el bebé ya nadie nos mira. Todos los que antes nos trataban maravillosamente ni siquiera nos ven. 

Ahora todos ven al bebé y ese mismo trato es hacia él. No hacia nosotras. 

(alguna vez fue hacia nosotras?)

Duelamos ese cuerpo gestante, extrañamos la panza. Ni tiempo de asumir los cambios físicos que tuvimos en el embarazo que de pronto otra vez tenemos otro cuerpo. 

Y es así, porque al nacer nuestrx hijx morimos nosotras un poco. Al menos una parte nuestra 

Estamos duelando y al mismo tiempo estamos felices por la llegada de nuestro recién nacidx.

Así de desquiciante puede resultar

Un doble duelo de hecho.  Ya que por un lado, al nacer nuestrx bebé aquella que fuimos hasta ese día ( y me atrevería decir aquella que éramos antes de quedar embarazadas) ya no existe ni volverá a existir. Nunca  jamás tendremos la vida que teníamos antes ni seremos las mismas. 

La madre que tuvimos y las bebés que fuimos. 

Otro punto muy importante en el puerperio es que al tener un bebé, nos vienen a la conciencia los recuerdos de la madre que tuvimos y de la niña que fuimos

Pero también las ideas de la madre interna. La madre que dijimos que seríamos vs la madre que estamos pudiendo ser. 

Ante una situación difícil, ante un llanto descontrolado, emergen emociones incomprensibles que muchas veces son recuerdos, vivencias pasadas. Y la pregunta, ¿qué hubiera hecho mi mamá en este momento conmigo? y a veces esa respuesta no es la que nos gustaría escuchar. A veces nos hacemos más conscientes de las limitaciones,  y de las no. Los abrazos que no nos dieron, los besos que no nos dieron, los upas que no nos hicieron. 

Porque al estar en modo mamá-bebé también vuelvo un poco a ser la bebé que fui con todas esas carencias y esos recursos de esa etapa. 

¿Hasta cuándo dura, entonces, el puerperio?

Creo que podemos tomar dos parámetros para saber que el puerperio está llegando a su fin. 

Dos parámetros cuya existencia es, a veces,  simultánea y siempre, complementaria.. Aunque nunca nos quedará claro cuál sucede en primer lugar. Lo que sí sabemos es que puede haber un cierto tiempo entre una y otra. 

Por un lado este bebé que comienza a ser cada vez más consciente de su propia identidad. Comienza a concebirse como un ser separado del cuerpo de su madre. Un individuo. Comienza el proceso de individuación. La clara evidencia de esto es que comienza a llamarse a sí mismo Yo. 

 Pero por otro lado esta mamá, que comienza ella también a concebirse separada de su bebé. Que se vuelve a mirar. Que puede interesarse en cosas que hacía o le gustaban antes de ser mamá o en cosas nuevas pero que no tienen que ver con la maternidad directamente. Que comienza a re-apropiarse de su propio cuerpo. 

Que puede “mirar hacia afuera” en relación actividades que le permitan re armarse. No importa qué. Pero encuentra espacios que la encuentran consigo misma y con la nueva versión de sí misma. Empieza a redescubrirse y a re-conocerse. 

Para esta etapa tomo el concepto de “Des-puerperio” de Violeta Vazquez que me parece totalmente acertado. 

Comienza el proceso de individuación. La clara evidencia de esto es que comienza a llamarse a sí mismo Yo. 

¿Por qué debemos entonces hablar más de puerperio?

Porque muchas veces muchas de las cosas que nos suceden estando puérperas tienen que ver con todo esto que les contaba antes.

Porque a veces los bebés no tienen “cólicos”. O no solamente. Sino que están expresando algo del entorno. 

Porque a veces las dificultades en la lactancia no tienen que ver sólo con la técnica de amamantar sino con cómo me vinculo con este bebé y conmigo misma. Qué espero de él/ella y de la maternidad, etc

Porque a veces tiene que ver con mis propios fantasmas.

A veces tiene con ver con reconocerme con mi pareja en este nuevo rol

Porque a veces un bebé que “no come” tiene más que ver con la relación que tenemos los adultos con la comida que los problemas de los bebés mismxs.

Entonces me parece fundamental que podamos abordar el puerperio desde un lugar mucho más serio, más abarcativo, más profundo y más holístico. 

Somos un todo, no un órgano. Ni un útero ni una teta. 

Somos un todo. Y por eso creo que debemos abordar todos nuestros aspectos ante cualquier desafío en la lactancia o en la crianza de nuestrxs hijxs.

Y creo que mientras más podamos comprender esta etapa, y más podamos aceptarla tal cual es, más fáciles serán estos procesos. Lograremos transitarlos de una forma más amorosa, paciente, respetuosa y honesta. Ojalá nos lo permitamos. 

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