Un libro maravilloso que me cambió la cabeza por completo y que me ayudó a atravesar uno de los momentos más duros de mi existencia.
El concepto más liberador y al mismo tiempo más tremendo que me transmitió ese libro fue que somos 100% responsables por nuestra propia vida, y que siempre siempre siempre podemos elegir.
Siempre podemos elegir otra cosa de la que estamos viviendo. Otra cosa de la que soportamos. Podemos elegir cómo vemos el mundo. Cómo nos enfrentamos a él. Cómo nos presentamos ante nuestra propia vida.
Tal vez no podemos elegir que alguien que amamos no esté enfermo. Pero podemos elegir qué actitud tomaremos ante eso.
En aquel momento yo elegí acompañar desde la esperanza, desde el amor y desde la certeza absoluta de que todo sería para nuestro mayor bien.
Podría haberme rasgado las vestiduras al grito de por qué a mí, por qué a nosotros.
Y …porqué no?
La realidad es que el hecho en sí no lo elegí. Tampoco podía cambiarlo.
Pero si pude elegir cómo presentarme ante él.
Y lo mismo con cualquier cosa. Un trabajo, una relación, un grupo de amigos, que no hay colectivo, el ecocidio que estan haciendo en mi país… etc etc etc.
Somos 100% responsables de nuestra propia existencia y eso es maravilloso. Porque ya no más papel de víctima. Ya no más el pobrecitx de mí. Ya no más “el mundo contra mí”
Cualquier cosa que sea que te pase es abordable de una manera más sana
Eso si lo podés elegir.
Podés elegir quejarte. O podés elegir hacer algo para cambiarlo. Y si no se puede cambiar, podés hacer algo para tomarlo de una forma que no te dañe (tanto).
“Si cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma” y eso, mis amigxs, es una elección.
Y eso, es hacerse 100% cargo de sí mismx .